Pongamos que hablo de Madrid o de realidades más cercanas

Me gusta hablar mucho de la relación entre tercer sector y administraciones públicas desde la relación del valor y el precio. España es un país dónde el mas tonto hace una empresa de servicios orientada a la gestión pública (ojo, esto no quiere decir que no existan empresas de servicio serias, que las hay). Digo el más tonto, o el que tiene una orientación política neoliberal, un discurso muy contrario a la gestión e intervención pública y una práctica muy orientada a sacar tajada de esa falta de gestión o intervención de lo público .

La diferencia entre una buena o mala empresa de gestión de lo público, la diferencia entre las grandes empresas articuladas a base de precarizar o de contactos de alto standing que contaminan el noble arte de la política, y su responsabilidad entorno a la gestión de lo público y aquellas que no utilizan estas prácticas, se encuentra en los valores y en los principios.

Un valor puede ser el precio. Ahí encontramos a los que presentan ERES de 1000 trabajadores, para los que después de trece días se encuentra una solución. El precio utilizado como elemento competitivo frente a terceros, muchas veces (como en las limpiezas de Madrid) utilizado de forma irresponsable y temeraria entre amigos (lease amigos en clave algunas concesionarias y algunas administraciones públicas). Claro, luego pasa lo que pasa…

Un valor, también puede ser una clave filosófica, una clave ética, un postulado claro y decidido hacia una forma de entender el mundo y la relación de las personas con el, ya sea en clave social, en clave económica o en clave laboral. Ahí encontramos modelos que se reparten y comparten beneficios y riesgos, decisiones y otras muchas cosas y modelos que reparten el empleo o el salario intentando no dejar a nadie en la estacada si el motivo es solamente económico.

Hoy he asistido a una reunión,que es la que me ha impulsado a dejar lo que tenia que hacer y escribir estas lineas, en la que varias entidades del tercer sector, varios departamentos de un ayuntamiento, un instituto universitario y posiblemente alguna empresa responsable. Se han planteado un reto en común, dónde la suma de los valores de cada uno de los presentes es lo que puede aportar unas ciertas garantías de éxito a la propuesta. Una propuesta, que según lo que ha explicado el maestro de ceremonias, mi amigo Franconetti, vale más de lo que cuesta.

He salido contento y mi libreta se ha llenado de gráficos e ideas . He salido pensando que tal vez, como muchos ya decían hace tiempo, estamos comenzando a dejar atrás la época del precio, para centrarnos en la del valor y el compromiso con las personas, con nuestro planeta y con un reparto más justo de todo lo que somos capaces de crear y producir.

La diferencia esencial entre el valor y el precio, reside en si el planteamiento solo contempla grandes retornos para unos pocos o para los de siempre o si el planteamiento se fundamenta en un retorno (real) para unos muchos, o en lo que podríamos denominar retorno social.

El capitalismo salvaje, no entiende de valor y si de precio, pero la empresa será más social o no será . Esta sentencia, nos obliga a plantearnos una transición, ya que cada vez parece más evidente que así no podemos seguir. En esta transición, es donde el tercer sector o la emergente economía social o economía de los valores, debe comenzar a pisar de forma decidida con dos claros objetivos: el de crear empleos y el de hacer pedagogía entorno a como crear empleos de forma diferente o con un enfoque comunitario.

Indudablemente esto conlleva un cambio que afecta a empresas, administraciones, entidades no lucrativas y por encima de todo, un cambio que debe afectar a las personas y que debe de partir de las personas. Hoy he sentido que esa transición , que este cambio, puede comenzar en breve o que seguramente ha comenzado ya.

Antonio Machado dijo que solo un necio confundía el valor y el precio. Me gustaría saber que habría pasado en Madrid si Ana Botella hubiese apostado por el valor y no por el precio. No me atrevo a decir si habría sido mejor o peor, pero seguro que habría sido diferente. Como me dice mi amigo Juanma Torres, si quieres que todo siga igual, sigue actuando igual, pero si quieres que las cosas sean diferentes, actúa y plantea cosas diferentes. Tal vez hasta te sorprendas del resultado 

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