Por ahí, por ese caminito, en un “cochesico”, me llevareis a mi cuando yo me muera…
No debería de tener más de 8 o 9 años cuando mi abuela Presenta me decía estas palabras y lo recuerdo como si hubiese sido ayer.
Han pasado más de 30 años de estas palabras, pero las recuerdo perfectamente , recuerdo el camino que sale de la carretera N-150 y que lleva al cementerio de Collserola, visto desde la ventana trasera del autobús que nos llevaba a la estación de “Fabra i Puí” . Fue un trayecto habitual en mi infancia. Había uno más directo, pero la yaya Presenta no quería pasar por túneles. Parece que fue ayer querida abuela, y ayer, después de 30 años, decidiste que era el tiempo de coger ese caminito …Así es querida abuela. El viernes pasado ya lo tenias claro, sólo te equivocaste de tres días. Nunca dejará de sorprenderme la claridad, con la que la mayoría de las personas con las que he compartido estos momentos de transito entre la vida y lo que creo que es otra vida, afrontáis este momento. Además, te fuiste en un segundo, tranquila… sin hacer ruido, como se van los que saben que han hecho un buen trabajo.
Y así es yaya, creo que puedes marchar muy satisfecha de tu paso por este mundo. Es cierto que de más joven, eras un poco “Abuelita Paz” (mucha gente ni sabrá quien es la abuelita paz, pero los amantes del buen tebeo de Vázquez, Ibáñez, Escobar o Raf, sabrán hacerse una idea muy clara de como era mi abuela Presenta) . Recuerdo perfectamente los zapatazos que le dabas a mi padre cuando le decías : “Hijolaputa”, por que le “dises” a los nenes que me llamen abuelita paz!!!. Y es que capitana (esto es lo que tiene ser la hija del abuelo capitán)) … desde que yo te recuerdo, ya apuntabas maneras. Tus manías con la limpieza, tu particular forma de ver el mundo, la comida y otras tantas cosas, hacían que muchas veces aflorase la “cara B” de la vida. Pero también es cierto, que esos mismos defectos, hacían que apareciesen otras virtudes que toda tu familia hemos sabido apreciar, disfrutar y echar de menos desde este momento.
Todo esto en conjunto, te hizo una mujer especial y genuina, y esto, siempre es algo que se agradece. En estos días, he pensado mucho en tu marcha. De hecho, mientras tu ya estabas decidida a emprender tu camino, yo estaba con un grupo de señoras de entre 70 y 80 años en París. Señoras que nunca habían cogido un avión o que nunca habían visitado un país extranjero. Estar alejado de la familia en momento así, supongo que hace que la cabeza funcione mucho, pero en todo momento, me reconfortaba pensar en todos esos buenos momentos en los que todavía estaba el yayo o mi padre, y en esos buenos momentos que pudimos pasar estos últimos años, en los que también te pudimos sacar a “conocer mundo”.
Estos últimos años, ese “nuevo conocer” y la llegada de los bisnietos: Manuel, Inés, Berta, Sara, Bruno, Marc y Mario, te trajo nuevos aires, (algunos hasta de modernidad de hecho, pasaste de ser la abuela Presenta, a ser la yaya Presen) que también han hecho que podamos conocer y disfrutar de otra Presenta, mucho más cercana y abierta a cosas nuevas. También estoy convencido de que toda esta situación, ha hecho que llevases la enfermedad de la forma tan admirable en que lo has hecho y pese a la tristeza que me provoca tu marcha yaya Presen, me reconforta la creencia en que has hecho tu camino y en que te vas tranquila y sin haber sufrido más de lo necesario.
Nos hemos quedado sin la yaya Presen, yo, que he sido un afortunado al poder conocer a 5 bisabuelos y conocer y disfrutar a mis 4 abuelos y abuelas, ya me he quedado sin abuelos, pero como decía el Marc esta mañana, ahora los tenemos a ellos y además, nos dejan a sus yayos, para que mis hermanos, mis primos y yo, no podamos decir que no tenemos yayos.
Querida abuela, con este sabio acto de generosidad de un niño de tres años y con el convencimiento de que ese camino que cogiste ayer, te va a llevar a un sitio en el que estarás bien, me despido de ti. Sabes que te quiero mucho, sabes que me alegro mucho de que hayan pasado más de 30 años desde que me avisaste de que este día llegaría, y sabes que el túnel por el que has de pasar, no te tiene que dar miedo; lo conforman dos hileras de hermosos olivos como los de tu tierra y al final, tienes a mi abuelo y a mi padre que te esperan. Buen viaje querida abuela